TEMA 3


LA CULTURA I LA VIDA SOCIAL

Obrim un nou tema totalment relacionat amb l'anterior, però amb conceptes nous: la cultura i la vida social. En aquest tema parlarem de POSICIONS I STATUS (SEGONS CAPITALS), VIOLÈNCIA SIMBÒLICA, SIGNIFICAT I SIGNIFICANT I HEGEMONIA I HÀBITUS.

POSICIONS I STATUS SEGONS CAPITALS

"Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen tiempo para perder el tiempo.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen silencio ni pueden tenerlo.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que tienen piernas que se han olvidado de caminar, como las alas de las gallinas que se han olvidado de volar.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que comen basura y pagan por ella como si fuera comida.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que tienen el derecho de respirar mierda, como si fuera aire, sin pagar nada por ella.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen más que la libertad de elegir entre uno y otro canal de televisión.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que viven dramas pasionales con las máquinas.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que son siempre muchos y están siempre solos.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que no saben que son pobres."

Eduardo Galeano


La desigualdad de género en el trabajo es un hecho constatado a lo largo de la historia. Además de realizar todo el trabajo de la reproducción humana, las mujeres también se han ocupado siempre de la mayor parte del trabajo necesario para la supervivencia. El calificativo de “cabeza de familia” y la mentira a que hace referencia es un invento del género masculino para mantener su status y defender su posición.
Mientras el cazador-recolector se paseaba cargado únicamente con su lanza o su palo arrojadizo, su compañera le seguía llevando a cuestas su criatura, su cobijo, su reserva de alimentos y su palo de cavar. Ella recogía la leña y el agua y cocinaba los alimentos. La archiconocida “división del trabajo” entre los sexos consistía de hecho, en la asignación de tareas cotidianas a la mujer de manera que el hombre pudiera practicar sus aficiones: deporte, juegos, rituales, religión, arte. En algunas partes del mundo todavía se puede ver al campesino montado en su asno mientras su esposa camina a su lado. En el caso de que la mujer vaya en el asno, no hay duda, eso significa que el hombre ya se ha comprado el tractor y no necesita el animal. En cuanto se descubre una fuente de energía o cualquier otro tipo de capital capaz de alivianar la tarea, los hombres se apropian de ella.
Las mujeres son el sexo trabajador y esta desigualdad entre los sexos es una de las causas básicas de la pobreza ya que impide el acceso de cientos de millones de mujeres a la educación y la formación. Las niñas aprenden desde muy pequeñitas que su tiempo está destinado a trabajar. Las mujeres y niñas de muchas de las regiones más pobres del mundo están encerradas en un círculo de pobreza donde se casan muy jóvenes, en el que madres analfabetas crían hijas analfabetas que también se casan jóvenes para entrar en otro círculo de pobreza, analfabetismo, fecundidad elevada y mortalidad temprana. Y aquí tenemos un claro ejemplo de cómo el hombre va sumando capitales y engordando su status a costa del trabajo de la mujer y su permanencia en la ignorancia. Pero no hace falta remitirnos a lugares donde el nivel de pobreza eleva las tasas de mortandad; en la misma ciudad en la que vivimos, ¿cuántas veces en el ámbito familiar la promoción profesional que ha primado ha sido la del hombre y no la de la mujer?. ¿Cuántas mujeres están cobrando por el mismo trabajo menos salario que sus compañeros varones y a pesar de eso su contratación es menor?. Algunos de las razones que argumentan los empleadores para defenderse de esta clara discriminación son las siguientes:
Por naturaleza, son las que necesitan más tiempo para tener hijos.
Son las que más tiempo invierten para cuidar a sus hijos.
Son las que más tiempo necesitan para cuidar a sus familiares.
Son las que más trabajo hacen en casa, limitando su flexibilidad en el trabajo.
Son las que más dispuestas están a interrumpir sus carreras por razones personales.
Argumentos claramente machistas. La discriminación y el abuso de la que es objeto la mujer por parte del hombre, no sólo les sirve a estos para relegarla a la casa, sino además utilizar esa misma agresión en su contra. Se ha condicionado a las mujeres para que piensen que el trabajo de los hombres es más duro y más estresante y el de ellas es casi ocio, lo cual no es cierto. Pero sería estupendo que nosotras lo creyéramos. Así tragaríamos más fácilmente con el otro trabajo, el doméstico. Trabajo que por cierto debería estar remunerado o en su defecto abolido y si no ocurre ninguna de las dos cosas es porque quienes se ocupan de él son precisamente las mujeres y no los hombres. Si no, ¿por qué será que la conciliación de la vida laboral y familiar es un asunto de mujeres?. Sencillamente porque los hombres no tiene nada que conciliar (ya tienen una mujer detrás que concilia y trabaja por ellos).
Las mujeres trabajadoras, es decir, la práctica mayoría, aprovechan en muchos casos los fines de semana (si no pueden pagar a alguien que lo haga por ellas, en cuyo caso será también una mujer) para ponerse al día con las tareas domésticas que les han quedado pendientes al cabo de una semana agotadora. Es imperativo que la mujer sea limpia y ordenada a pesar de que se considera normal que un hombre sea dejado y desaliñado.
Trabajas fuera de casa, trabajas en casa, nadie te lo reconoce y ojo con el qué dirán.
Por si fuera poco, tenemos voces tan lúcidas como la del sociólogo Jean-Claude Kaufman, profesor de la Sorbona que dice que el trabajo doméstico representa una experiencia profundamente sensual para las mujeres. (¡!!). Según él, la ejecución rítmica, repetitiva, mecánica de una tarea funciona como un anticipo del sexo y produce una acumulación de tensión placentera que luego se libera en las relaciones conyugales. Me pregunto si para él también funciona así, porque a este respecto no se pronuncia. No se sabe si porque después de probarlo vio que no le ocurría lo que a toda mujer, para las que, según él coger una fregona y sentir un éxtasis absoluto es todo uno o porque entre tanta abstracción, y tanta filosofada no ha fregado en su vida.